"V de Vendetta", así se llama la nueva película dirigida por James McTeige en colaboración con los creadores de "Matrix", basándose en el cómic de David Lloyd y Alan Moore.
jorge carrillo
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staff La Prensa
A la cabeza de este filme tenemos a la guapa Natalie Portman, que tras cerrar la nueva trilogía de "La guerra de las galaxias" y una larga cabellera, cambia de "look" para tener una cabeza rapada, todo a causa de las exigencias del guión. Natalie se mete en la piel de una inocente muchacha llamada Evey Hammond, quien sufre las consecuencias de un gobierno totalitario y absolutista que se olvida de los derechos ciudadanos. Hugo Weaving, más conocido como el Agente Smith de Matrix, da vida a V, un luchador que se mueve tras una careta bastante peculiar combatiendo contra una sociedad fascista. Cuando rescate a la joven interpretada por Portman será el momento en el cual comience la batalla contra las fuerzas de la opresión.
La publicidad de este comic, por una vez, no se basó en frases bonitas que nada significaran. "V de Vendetta es todo lo que los cómics no se supone que son", llegó a decirse, y era cierto, porque la historia que aquí se cuenta, el mensaje de subversión que llega a proponerse, dista mucho de cuanto se había intentado antes (y se ha intentado después) en el campo de la historieta. Alan Moore y David Lloyd, entonces en los primeros pasos de sus respectivas carreras, son británicos, y esa forma de ver el mundo y la historia se cuela por cada una de las viñetas de esta serie. George Orwell no está, quizá, demasiado lejos de este mundo postnuclear fascista con campos de concentración y cámaras de televisión controladas por un líder mesiánico y de físico vulgar, pero en la amalgama de influencias que pueden rastrearse como precedentes de este cómic único, tampoco puede obviarse a Huxley, a Farenheit 451, El conde de Montecristo, Lagardère o El Hombre que ríe, a series televisivas como El prisionero, a la Segunda Guerra Mundial recordada o aprendida de oídas por los autores, o iconos culturales como El Fantasma de la Ópera, con un algo de La Sombra o El Zorro o Robin Hood y un mucho de científicos locos, de esos que disponen de ingentes recursos económicos y viven en los sótanos de mansiones imposibles, xanadús donde alternan el parque de atracciones y el mausoleo de pesadilla.
Este comic nos presenta una aterradora vision de la sociedad, la historia se centra en una Inglaterra post-guerra, en un mundo sin libertad que acaba de pasar por la Tercera Guerra Mundial, la gente se "enfrenta" a un estado fascista donde surgira la figura de un personaje enmascarado, que se hace llamar "V" quien desafiara a los politicos que estan oprimiendo al pueblo con un "terrorismo poetico".
Es una historia difícil que, iniciado en la revista inglesa Warrior, fue concluido varios años más tarde (una de las constantes de la obra de Moore parece ser ese dilatar de sus creaciones en el tiempo, recuérdense Miracleman o From Hell, con la que esta V de Vendetta tiene varios puntos en contacto) para su edición como comic-book americano, de la mano de DC Comics (que su carga de profundidad política pasó por encima de las cabezas del público lector queda reflejado en el hecho de que, a modo de homenaje, Batman se enfrentaría poco más tarde a un doppelgänger de V llamado Anarkía, algo quizá de agradecer pero que erró el tiro). En V de Vendetta no hay concesiones a la galería: la historia es tenebrosa y el dibujo refuerza una y otra vez la indefensión, la brutalidad, el desamparo de todos los personajes, buenos y malos (si buenos y malos hubiera), víctimas y verdugos (roles que se intercambian una y otra vez conforme avanza el relato), vengadores que no encuentran la paz y vengados que agradecen la muerte. Lloyd saca partido de sus limitaciones como artista y en su dominio del contraluz retrata una sociedad inglesa extrapolada a la sumisión de la barbarie: se respira el ambiente marrón de las calles húmedas, la opresión de los lugares cerrados y la muerte que el otoño (las historias se desarrollan en noviembre, puesto que Guy Fawkes, a quien el personaje V reivindica en su causa a través de su disfraz, intentó volar el Parlamento el día 5 de ese mes) contagia a los árboles de los parques. El puñado de personajes que puebla esta historia tiene un elemento común: todos están solos.
Los directores de Matrix y Lazos Ardientes no se podran esta vez detras de la camara, si no que sera uno de los colaboradores de la saga Matrix, James McTeigue, el que lleve esta adaptacion del comic de Moore que sacara en el '82.
Es un relato cruel donde cuesta trabajo asimilar que V sea un héroe (se le presenta en el primer capítulo como "El Villano"), pues su papel de víctima en un campo de concentración y la -aparente- absorción de superpoderes mentales lo transforman en una máquina imparable, un paladín enfrentado en un principio a la sociedad totalitaria que ha hecho de él un monstruo inteligente y vengativo, pero también en un anti-mesías, un iluminado que acusa al hombre de la calle de permitir la instauración de la hecatombe y al que amenaza con eliminar si no consigue promover un cambio. V no tendrá reparos, lo descubriremos poco a poco, en matar y matar a sangre fría, llegando incluso a la tortura física y psicológica de su pupila Evey, porque sabe que sin dolor y trauma no es posible el cambio. Hay mucho de Hannibal Lecter y de Clarice Starling en la relación entre el sonriente y frío V y la cariacontecida y sometida muchachita, quizás porque esa inteligencia superior de la que V hace gala lo hace desembocar en el mismo desprecio hacia cuanto le rodea, desde el amor por lo que pudo ser ese mismo entorno. Como Lecter, V ha trascendido la humanidad. Quizá el prisionero número 5 que fue y del que nace murió en aquella explosión en el campo de concentración, y el justiciero del disfraz fantasmagórico y ridículo sea eso, un espectro que imita la vida sin comprenderla ni añorarla.
Alan Moore era en 1986 el guionista británico de comics más popular en Estados Unidos principalmente gracias a Watchmen, una miniserie que había redefinido el género de superhéroes y marcado nuevas pautas para la narrativa dibujada. Pero desde unos años antes venía escribiendo una serie en Inglaterra que pasaría desapercibida hasta unos años después.
En 1983 la desaparecida revista inglesa de historietas Warrior, comenzaba a publicar V de Vendetta (1); esta historia recién terminaría en 1988, luego de 39 episodios, muchos altibajos. Escrita por Alan Moore y dibujada por David Lloyd, V rinde tributo a clásicos de la ciencia ficción y sufre una evolución muy particular a medida que va siendo escrita.
En una ficticia Inglaterra en la que un estado totalitario controla todo, se desarrolla la historia que comienza en 1997 y finaliza en diciembre de 1998. Durante todo ese año, V, un rostro escondido detrás de la máscara de Guy Fawkes (un insurgente que intentó volar el parlamento inglés en el siglo XVII), practica actos terroristas contra el gobierno. Al mismo tiempo se convertirá en tutor de Evey, (una chica a la que salva de ser violada en el primer episodio), enseñándole su visión de la libertad y del verdadero significado de la palabra anarquía.
En la historia la "Cabeza" es el nombre del máximo órgano de control, detrás está "el Líder". Su figura resulta ser la contrapartida casi perfecta de V. Aquél está enamorado del mundo de matemática pura y fria que del computador que rige a la Cabeza, y que monitorea todo Londres. V, a su vez, lo está del concepto de Justicia; pero siente que su enemigo se la ha robado. Se desata un remedo de guerra de pasiones entre ellos; y V responde conectándose secretamente a la Cabeza, saboteando el sistema de control y preparando su Vendetta.
La "Cabeza" y todos los organismos que de ella dependen, llamados la "Boca", el "Dedo", la "Nariz", los "Oídos", y, especialmente "La Voz del Destino" con la que habla a la población a través de parlantes en las calles, controlan absolutamente todo. Pero finalmente colapsan; las piezas del dominó que V ha armado desde el comienzo de la historia caen una tras otra. La población descubre en él y en sus actos, el valor de la libertad. La utopía comienza a tomar forma, y se produce el Verwirrung, un estado de caos y desenfreno total frente a la libertad obtenida de golpe y porrazo. Queda fuera de la historia la llegada del Ordung, el verdadero y voluntario orden.
Cuando Alan Moore finalizó V de Vendetta en 1988, prometió irse de Inglaterra junto con su familia. El país al que tanto había amado presentaba una realidad cada vez más similar a la que el escritor había descrito en su obra. La aventura policial se había convertido en ciencia ficción; y ésta en una involuntaria metáfora de la realidad. El género de la historieta ganaba así un nuevo puntal y adquiría otra faceta al convertirse en vehículo ideológico y artístico al mismo tiempo, todo de la mano de quién dio a luz lo que muchos consideran el mejor cómic de superhéroes: Watchmen.
1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley y Farenheit 451 de Ray Bradbury; tres novelas en las que el común denominador es la rebelión de individuos frente a estados totalitarios que controlan todos los aspectos de su vida y pensamiento. En V de Vendetta, la referencia a ellas es inevitable, y es explícita.
Dichos autores no tuvieron quizá el mismo propósito inicial que tuvo Alan Moore con V, quien reconoció que al principio se había tratado de su primer intento de iniciar una serie regular pero que luego la historia había adquirido un nuevo sentido. La evolución que la historia y los personajes viven, refleja la propia del autor, y también un mayor compromiso con su propia visión de la sociedad en la que vivía.
Aldous Huxley dijo en 1960, cuando publicó Regreso a Un Mundo Feliz, que muchas de sus imaginadas truculencias de Un Mundo Feliz (1931) se convertían en penosas realidades con una rapidez que no había podido soñar. En 1988 Moore escribía que había pecado de ingenuo al creer que sólo un conflicto nuclear llevaría a Inglaterra hacia el fascismo. Salvando las distancias temporales, los dos autores habían vivido un proceso muy similar con su obra; y lo cierto es que en esa nota, el autor de V, dejaba muy en claro su dolor por Inglaterra, y por la decisión de irse junto con su familia.
V, "el Villano", como se lo presenta en el primer episodio, es un rostro anónimo que se oculta tras una máscara y ropas teatrales. Un rostro que nunca se revela, ni a través de las investigaciones de la policía; ni por Evey cuando se enfrenta al desafío de adivinar quién está bajo la máscara. Luego de la muerte de V, Evey se coloca sus atuendos y la máscara y continúa la tarea, lo que importa en "el villano" no es su verdadera identidad, sino lo que representa para la "Cabeza" y para el pueblo inglés.
De manera similar a lo que en la segunda parte del Quijote ocurre con Sancho Panza; Evey, pasada la mitad de la obra, se acerca a las ideas que su tutor le plantea, y comprende en carne propia, luego de pasar por un campo de concentración, la necesidad de sus obras. Llegado el final de la historia; cuando Evey toma el lugar de V, una nueva interpretación de la obra se hace posible. Deja de ser entonces, el individuo luchando por sus ideales, y pasa a ser la encarnación de un ideal utópico que cobra vida y real importancia en ese contexto. Es la existencia de ese estado la detonante de la necesidad de la presencia de V.
En 1933 el sociólogo Karl Mannheim afirmaba que en la sociedad occidental se daría la integración entre lo que se conocía como art engagé, el arte propagandístico, y el arte por el arte. Este proceso no es definido detalladamente por el sociólogo, quien considera que de la mano de la democratización se irán tornando más firmes y orgánicos los vínculos entre los estratos intelectuales y la sociedad en general. V de Vendetta es, desde ese punto de vista la realización de lo que aquél anunciaba, ya que no se trata de arte por el arte ni de arte propagandístico, sino que está en una zona intermedia. Además de la increíble riqueza en el uso de las posibilidades expresivas, tanto gráficas como literarias, V tiene potencialmente una función socialmente más orgánica, provoca reflexiones, siempre ubicada dentro de un contexto histórico y social.
El dibujante David Lloyd, cuya carrera se ha deslizado, al igual que la de Alan Moore, entre lo comercial y lo personal; logra imprimirle a los personajes y ambientes una expresividad que pocos han logrado usando sus mismo recursos de iluminación y claroscuro. El aporte que los coloristas Siobhan Dodds y Steve Whitaker hacen a la atmósfera de la historieta son determinantes en el resultado estético final, logrando una ambientación quizá sucia y opresiva, signo de una Inglaterra invadida por el smog, cerrada y oscura.
V no es entonces una obra excesivamente compleja, pero si densa. Estos factores son los que hacen que resulte ser una de las obras mayores de Alan Moore y de la historieta. Ideológicamente cuestionable o no, lo cierto es que su lectura resulta imprescindible dentro del género
El sonriente rostro inexpresivo de la máscara de papier mâché de V, ya lo sabíamos, es a la vez mueca de desprecio y amenaza que promete un ajuste de cuentas. La revolución que propugna en su caminar por las sombras no tiene sólo una alumna que, también lo imaginábamos, ha de continuar algún día la misión del maestro, en cuando asuma esa misma sonrisa, tallada ya en los rasgos de su carne. La enseñanza de V sólo puede producir incomodidad y busca sin duda hacer tambalear las convicciones no sólo de los personajes de su historia, sino de los lectores que somos, de los lectores que buscan identificarse con un justiciero en las sombras (como Batman, sí, como Dick Turpin) pero no son capaces, sin duda, de cortar el lazo umbilical que los sujeta a un establishment que los coarta y los protege. V tiene muy claro (y qué gran acierto es que jamás veamos su rostro verdadero, porque su rostro verdadero es tan anónimo y tan universal como su máscara blanca) que caos y anarquía no son lo mismo, pero el precio que hay que desembolsar para pasar de un estado a otro es, lo sabemos también, demasiado alto y hoy por hoy no estamos en modo alguno dispuestos a pagarlo.
Serán Portman y Weaving entonces, quienes deberán luchar para librarse de un gobierno injusto y opresivo que no recuerda a una población aterrorizada que no se rendirá. Pues como bien dice la frase que aparece en el cartel del filme, "la gente no debe atemorizarse por su gobierno, el gobierno debe asustarse de la gente".